Bonos

Bonos del Estado vs. bonos de grandes empresas


En los países desarrollados, normalmente, los bonos de las grandes empresas dan una rentabilidad ligeramente superior a la de los bonos del Tesoro. La razón de esto es que el último en quebrar en un país es el Estado y por eso si las rentabilidades fueran exactamente iguales todo el mundo preferiría los bonos del Estado a los de las empresas. Habitualmente la diferencia es muy pequeña, de unas pocas centésimas o décimas porcentuales, porque el riesgo de quebrar de estas empresas es bajísimo.

Por tanto, invertir en bonos de las grandes empresas tiene una seguridad prácticamente similar a la del Estado y una rentabilidad ligeramente superior.

Si se invierte en una cartera muy diversificada de bonos de empresas, como sucede cuando se compran participaciones de un fondo de inversión o un ETF se podría considerar que, en la práctica, la seguridad es la misma que la del Estado. La única posibilidad de perder la inversión sería que la mayoría de esas grandes empresas quebraran y no pudieran hacer frente a sus bonos, pero si eso sucediera lo más probable es que el Estado tampoco pudiera responder de su deuda porque, al fin y al cabo, el Estado responde única y exclusivamente con el dinero que quita a los ciudadanos y empresas de ese país y si todas las grandes empresas de un país quebraran la situación sería apocalíptica y el Estado no tendría a quién quitar el dinero para hacer frente a sus deudas.



Bonos de alta rentabilidad


Los bonos de alta rentabilidad son los emitidos por empresas con una baja calidad crediticia. Este tipo de empresas tiene un riesgo real de desaparecer a medio plazo, mayor o menor según el caso, y no devolver el dinero a sus bonistas. Por ello tiene que ofrecer unos intereses muy superiores a los que ofrezcan el Estado o las grandes empresas para atraer a los inversores.

Por eso invertir en este tipo de bonos tiene un riesgo muy alto. La forma más habitual de llevar a cabo este tipo de inversiones para minimizar el riesgo dentro de lo posible es hacerlo a través de fondo de inversión para invertir en una cartera muy diversificada de bonos de una gran variedad de empresas pertenecientes a distintos sectores. Esta diversificación hace que si algunas de las empresas en cuyos bonos está invertido el fondo llegaran a quebrar la rentabilidad total de la cartera seguiría siendo superior a la que se hubiera conseguido invirtiendo en bonos del Tesoro o de grandes empresas.

Pero si en lugar de quebrar “alguna” quiebran “muchas” la rentabilidad puede ser claramente negativa. Un inversor particular que decida invertir una parte de su dinero en esta estrategia no puede analizar las decenas o centenas de empresas en cuyos bonos haya invertido el fondo de inversión en el que esté interesado para estimar cuáles tienen riesgo real de quiebra y cuáles no. Su análisis debe ser algo sencillo y asequible, pero esto también hace que dicho análisis sea superficial y poco fiable.

En general es arriesgado invertir en este tipo de bonos cuando los tipos de interés son muy bajos. No sólo porque la rentabilidad que se obtiene es menor, sino sobre todo y principalmente porque si los tipos suben de forma pronunciada y repentina es posible que a muchas de estas empresas les coja con una deuda elevada a la que no pueden hacer frente con los nuevos tipos, lo que podría llevarles a la quiebra y por tanto a no pagar sus bonos. Es preferible invertir cuando los tipos están muy altos y se espera que bajen en el futuro por las razones contrarias. Primero porque la rentabilidad que obtendrá el inversor cuando bajen los tipos será superior y segundo y más importante porque esa bajada de tipos aliviará la carga financiera de las empresas y hará más difícil que se produzcan las fatídicas quiebras.



Invertir en bonos basura


Esta es una de las inversiones más arriesgadas que existen. Su riesgo es mucho mayor que el de la renta variable, aunque las rentabilidades pueden ser espectaculares.

Los bonos basura son los de más baja calidad crediticia, pertenecientes a empresas con posibilidad real de quiebra inminente. No debe confundirse un bono basura con un bono de alta rentabilidad. Los bonos de alta rentabilidad son los emitidos por empresas pequeñas y su riesgo es mayor que el de los bonos del Estado o las grandes empresas pero la posibilidad de quiebra no es algo inminente, al menos con la información pública disponible.

Supongamos una empresa que emite un bono a 1 año de 100 euros por el que ofrece un interés del 10%. En circunstancias normales ese bono se podrá vender en el mercado por un precio de alrededor de 100 euros. Por un lado le afectarán las subidas y bajadas de los tipos de interés y por otro el tiempo que quede a su vencimiento. Por ejemplo, el bono se emite el 2 de Enero del año 1 y vence el 2 de Enero del año 2, momento en que devuelve los 100 euros de capital y los 10 de intereses sumando un total de 110 euros. El 5 de enero del año 1 el bono tendrá un precio muy cercano a los 100 euros porque casi no ha transcurrido tiempo pero a medida que se acerque el 2 de Enero del año 2 su precio se irá acercando cada vez más a los 110 euros porque se acerca la fecha de cobrar esos 110 euros.

El problema surge cuando la empresa suspende pagos y existe la posbilidad real e inminente de que quiebre y cuando llegue el 2 de Enero del año 2 la empresa no pague los 110 euros prometidos. En esta situación nadie va a pagar un precio cercano a 100 euros por un bono que en cualquier momento puede valer 0 euros. Por eso el precio del bono en el mercado se acerca más a 0 euros que a 100, dependiendo de la situación en la que se encuentre la empresa. Supongamos que el bono cotiza en el mercado a 10 euros. El inversor que pague esos 10 euros los puede perder completamente al día siguiente pero existe la posibilidad, que es precisamente lo que debe valorar el inversor, de que la empresa no desaparezca y cuando llegue el 2 de Enero del año 2 pague los 110 euros que había prometido. Eso supondría que el inversor que compro el bono por 10 euros ha multiplicado su inversión por 11 en poco tiempo, ya que pagó 10 y recibe 110. Incluso es posible que la empresa quiebra y al liquidar sus activos y pagar la parte de la deuda que sea posible con el dinero obtenido los inversores reciban 30 euros por cada bono, por ejemplo. Para los inversores que compraron los bonos por 100 euros antes de que la empresa cayera en desgracia la pérdida es del 70%, pero el que compró el bono por 10 ha multiplicado su dinero por 3.

Este tipo de inversiones es extremadamente arriesgada y complicada. No sólo hay que saber de economía sino tanbien de leyes porque en estas situaciones son tan importantes o más. Por ejemplo, no todos los bonos emitidos por las empresas son iguales desde el punto de vista legal cuando llega la liquidación de la empresa y puede suceder que los que tengan determinado tipo de bono reciban 80 euros mientras otros cobran sólo 20 euros y otros nada. La situación jurídica de los megocios de la empresa también es crucial.
En muchas ocasiones este tipo de situaciones son más propias de abogados que de inversores o economistas. Y de todas formas la parte puramente económica es extremadamente complicada de analizar porque hay que tener tal conocimiento de la situación que normalmente sólo está al alcance de las personas que dirigen la empresa o de inversores superespecializados en este tipo de situaciones.















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